Los Chunguitos
RICARDO CANTALAPIEDRA 27 FEB 1988
Dirección musical: José Juan Almela. Coreografía: Alberto Masulli y Ángel Camarata. Con la colaboración de Tijeritas, Alaska, Ana Reverte y Azúcar Moreno. Teatro Alcalá Palace. Madrid, 25 de febrero.
La realidad es una sola, pero hay realismos para todos los gustos. Se habla de realismo mágico, realismo sucio, realismo blando, realismo hortera. Hay también un realismo chungo, que es fuerte y algo canalla. Pero si lo ponemos en diminutivo, las cosas cambian. El realismo chunguito es jaranero, interclasista, gitanillo, primario y resultón. Nace en los suburbios de las grandes ciudades y está aliado con el asfalto, con las fronteras de lo legal, con la rumbita y con el buscarse la vida. Por otra parte, todos los amantes de las madrugadas y los secuaces de la noche llevan en sus venas alguna dosis de realismo chunguito. Y cuando las cosas van mal son capaces de suplicar a un allegado: "dame veneno, que quiero morir". Pero como lo dicen dándole a las palmas y al taconeo, pues en vez de veneno ingieren un copazo. Así, la vida, más que chunga, es chunguita.
Este concierto en el Alcalá Palace se ha realizado para grabar en directo un álbum doble con todos sus éxitos. Y como parece que la fórmula sigue más adecuado para escuchar a dando resultado, han contado con la colaboración de otros artistas: Tijeritas, Ana Reverte (que está arrebatando a Perlita de Huelva el título de reina de la carretera), Azúcar Moreno y ¡Alaska! Alaska no tiene fronteras ni prejuicios. Salió enfundada en un modelito tan discreto como los que ella acostumbra a esgrimir y cantó con Los Chunguitos ¿Por qué pasó lo que pasó? Sin mucho donaire, eso sí, pero con sobrada valentía.
No es un teatro el marco pies y la garganta, y el demonio del ritmo te hace abominar de la butaca. La sala estaba tomada por gentes morenas de esbelta estructura que no dejaron de palmear durante la velada y que afloraban el taconeo y la jarana. Las cámaras de televisión, la responsabilidad de estar grabando un disco y lo poco adecuado del local para este tipo de música hicieron que Los Chunguitos estuviesen algo fríos, como abrumados por la excelente orquesta. A pesar de todo, los Chunguitos cumplieron, y es seguro que este disco se venderá como rosquillas.
Los Chunguitos tienen "una pena muy grande, pena, pena, pena, pena". Pero ellos, en vez de adentrarse en el masoquismo, agarran a la pena por la cintura, la jalean, le quitan los rulos, la peinan y la ponen a bailar. De este modo tan sencillo, tan humilde y tan procaz nos transmiten el guiño del realismo chunguito.
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